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Selva Almada:
Chicas muertas (2014) Random House
No es un rio (2020) Random House
El viento que arrasa (2012) Mar dulce
En este orden las leí, porque soy una fundamentalista del caos, y en este orden las comento.
Voy a empezar diciendo que no puedo elegir un libro, son todos y al mismo tiempo. Es un empacho de Almada y como no me quedan abuelas con centímetros, que me curen, me quedo así, con esta sensación de que fue un montón, pero necesito más aunque tenga náuseas.
¿Puede una sola curarse el empacho?
Los temas de estos libros en su mayoría son difíciles de digerir, no son exagerados, al contrario, son reales y cotidianos, no hay nada que no veamos a diario y es están expuestos tal cual lo vivimos, en su normalización. Por eso choca. Tampoco hay un juzgamiento, las situaciones solo están ahí expuestas, como una obra de arte pintada por el conjunto social, libre y lista para la crítica.
Chicas muertas
Es una crónica, por tanto conjuga un narrador que coincide con la figura de la escritora y que cuenta vivencias personales, anécdotas oscuras del vivir siendo mujer, en este caso, en el interior del país. Coincidente, por supuesto, con el tema de la investigación a tratar: femicidios de Andrea Danne, María Luisa Quevedo y Sara Mundín, bajo el marco de una beca del Fondo Nacional de las Artes.
Almada, propone una escritura muy cercana, propia de la crónica, sin embargo, me pasó un poco con los otros dos libros también. En cualquiera de sus formas de narrar la escucho, con su tono de voz tranquilo, contando estos sucesos por la noche en un fogón.
Los datos son los justos y son certeros, con el timing de relato oral. Ayuda, sin dudas, que los textos sean cortos. Te atrapan con un dato carnada jugoso y tironeás para salir, porque a veces la tensión en el ambiente escala y quisieras taparte los ojos, pero es tarde, ya no podés soltar el anzuelo.
De 3 chicas muertas a dos novelas de varones y sus vínculos:
[qué buena mano para nombrar personajes]
No es un río: es una novela corta (o cuento largo) con una imagen/anécdota feroz al comienzo: una pesquería con amigos, la caza de una raya gigante rematada de un disparo. Luego: los hombres lugareños molestos, el monte que agobia, el recuerdo de un amigo muerto y consecuencias de todo tipo.
Un final que puede ser o no puede ser.
¿Quién sabe? Cosa de mandinga.
[Es muy interesante la poética formal de este texto]
Cuesta un poco la lectura, por la posición de los incisos de los diálogos a veces hay que releer, pero lo vale. Las oraciones están diagramadas como el vaivén del río, que en este texto no es solo un río.
El viento que arrasa:
Un poco road movie (película de carretera) que de repente termina en peli de terror.
El reverendo Pearson —medio trucho, pero ultra carismático y de ojos especiales— con intención de cruzada evangelizadora, va junto a su hija (Leni) por una ruta secundaria chaqueña, sucede un desperfecto en el auto y terminan en el taller mecánico de Brauer y Tapioca, su ayudante.
En medio del encuentro con el futuro mesías, sermones, tensión entre adolescentes, un lugar abierto de campo que se vuelve encerrado y asfixiante y las morales ambiguas.
[La figura predicador está hermosamente construida, casi me convence y me evangelizo]
Sin dudar esto es un 5 abejitas.
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Débora
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